viernes, 3 de diciembre de 2010

Por escribirlo...

¿Cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer?

Creer que la lógica no está siempre en la razón. Creer que la razón nace de una emoción, y en la emoción te sientes vivo. Innovar en tu pensamiento; cambiar un qué por un cómo y un por qué por un cuándo. Convertir la presión en emoción, en ganas de creer que todo va a salir bien.

Creer que es mejor no seguir las reglas, sino la excepción de cada una de ellas. Hacerlo y, tal vez, arrepentirse antes que arrepentirse de no haberlo hecho. Bendecidos los ciegos que no ven impedimentos, sino retos.

No tener miedo de mirar al frente sin saber lo que hay detrás. En el convencimiento de cada paso está nuestra espada; no pensar en lo que dejas atrás es nuestro escudo.

La música nos deja tirados en el suelo, preguntándonos un por qué sin un porque, y tan rápido nos levanta gritándonos un: ¡Claro que sí, tú puedes! Y eso depende de la canción que elijamos. Tan simple que a veces elegimos mal. Pero, un momento, la música que suena dentro de nosotros no la eliges; es parte de ti. No te tira al suelo ni te levanta después. Está canción nunca se detiene. No tenemos un play ni un stop, a veces la escuchamos y otras veces nos da miedo, sencillamente porque no piensa en la razón, sino en el corazón, de donde sale. Se llama latido y siempre suena en nosotros.

Hace un tiempo que el volumen de mi música ha subido. Bum, bum, bum…bum, bum, bum. En fin, que sonrío más. Es una historia que se escribe en los mensajes, con la necesidad de madrugar cada día para dar los buenos días. Con la atención de ver una lucecita roja parpadeando. Con las ganas de llegar a sus manos o, al menos, de que coincidan nuestras miradas. Una sonrisa entre paréntesis es algo más de lo que se puede leer; es un etcétera de lo que sé que ya sabes.

Hoy es un buen día para pedir una cerveza en la barra de un bar llena de conversaciones. Para arreglar el mundo en una mesa gastada por el paso de la gente. Hoy es un buen día para creer y para escribir.