martes, 22 de febrero de 2011

No le hagas caso a mi silencio, es cuando más pienso en ti.

23 de febrero. 1991. Fue un día con un sol espléndido, como si hubiese sido calculado y diseñado por ingenieros y astrónomos, en una colaboración perfecta. O no. Quizás fue un día lluvioso, con una lluvia tan continua, densa y cegadora que lo más acertado era contemplarla desde el otro lado de la ventana, organizando carreras entre las gotas que descendieran por el cristal. ¡Y qué más da! Y qué más da... - sonriendo y con la mirada perdida -.

Hubo a dos personas - directamente - que eso no era lo que les importaba. llevaban el buen tiempo consigo; con sus nervios, ansías, alegría, impaciencia...Felicidad. Su primera hija, recién nacida.

Hoy, hace ya veinte años de eso. Veinte. Su inteligencia y madurez denotan algunos más, pero son sólo veinte; su aire todavía tiene brisas veinteañeras. Yo, hace tan poco que la conozco, y me queda tanto por conocer...

Me siento afortunado por tenerla a mi lado y sé que debo esforzarme por merecerla. (siempre voy a recordad el buen consejo de un buen amigo: el amor no son razones; son acciones)

Para merecerte.

Sí, me imagino una vida contigo. Y, con esto, pretendo halagarte ya que desconozco - obviamente - el futuro, pero conozco perfectamente el presente.

Me la imagino con puntos suspensivos, para hacer de cada día una frase; de cada semana un capítulo; de cada mes, cada mes... - sonriendo y con la mirada perdida -. Una vida que se lea con música. Con alguna canción cualquiera, pero cómplice de ti y de mí, juntos.
First day of my life me sirve.

(¿Ya está sonando, gatinha? Me espero...y cierro paréntesis )

Contigo, conmigo; con lo que te he dicho; con lo que guardas en tus notas; con lo que todavía no te he dicho; con lo que jamás - creo - encontraré palabras para decirte. Explicarte. Con mi mano guardada entre tus piernas. Por tus piernas. Por lo que aguantan, con ese contorno tan bien definido. (¿Ya lo ha visto algún especialista?). Por preguntar. Por memorizarlo.
Por escribirlo.

Por tus dedos, por los míos. Cuando se cruzan, se buscan, se tocan. Cuando no se separan. Cuando te dejo en la puerta. Cuando me miras después. Cuando quieres decirme algo y sólo me miras. Cuando te miro, te pregunto qué tal, te ries. Por el cara o cruz, por las crispetes - que no pienso pronunciar -. Por como te ríes ahora.

Por la limitación de tiempo. Por el tiempo cuando se detiene.Se frena y tu aumentas el ritmo, la entonación. Y luego, el tiempo vuelve con prisa. Por mis dos minutos adelantados. Porque no puedo parar de pasear por tu piel. De mirarla. Delicada. Por ese momento en el que te veo llegar. Te contemplo. Para que no termine la canción. Por el repeat.

Para que me lo digas. Lo repitas. Lo escuche, lo lea. Te lea, te bese. Cuando tu mano acaricia mi cara y continúas el beso. Lo haces mejor. Ven aquí. Acércate. Quédate a mi alrededor. Cállate. Bésame. Cierras los ojos, los abres, me miras, los cierras. Continúas...

Un té en Paseo de Gracia. Un te espero en Sant Jaume: "estaré ahí". Un tenemos que ir...Un te acompaño. Un feliz cumpleaños. Un te quiero, sincero, espontáneo y directo.


Nota 1:Link en First day of my life. Link en Por escribirlo.
Nota 2:No tengo, ahora, más regalo que las palabras que te dedico - sabiendo que están bien, raras tal vez. Pero convencido de que todavía no han empezado a hablar del amor que siento - y mi agradecimiento por ser el reloj que cuenta mi tiempo, la persona que llena mis pensamientos, la que motiva mi superación personal y el etcétera de lo que no sé cómo decirte.


viernes, 18 de febrero de 2011

En mi silla - piloto

Nuevamente, hoy es un buen día. En realidad, no tengo ninguna idea; ningún argumento esbozado en mi mente. Para contrarestarlo, tengo un bolígrafo en mi diestra que cuando, con mi pulgar hago clic, derrocha tinta azul. Parece tener vida y, con ello, la necesidad de quedar impresa en una página cualquiera, de una libreta también cualquiera.

Hace, aproximadamente, media hora ha venido la señora que - respetuosamente - llamo: "la señora mayor del cortado que viene siempre". Hasta donde llega mi observación, tiene dos amigas - vecinas del barrio - que nunca se cita con las dos el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar; al menos, en este lugar llamado Albaida, más conocido como "la tienda".

La amiga que hoy acompaña a la "señora...", veinte años más joven que la otra - más o menos -, lleva dos cortados, con poca leche. Descafeinados. Ella, el cortado de siempre, con su galletita de cortesía y creo que, a estas horas de la tarde, la cortesía, por partida doble, de la amiga.

(Si le pones un corderito de cortesía, que acompañe el café - nada; un detalle - se lo comeria también. Y el de la amiga.)

En fin, durante todo este tiempo, que no se aprecia con la atemporalidad de las palabras - quitaremos, aquí, los adverbios -, han pasado dos horas. Ella sigue hablando y la amiga - con el brazo izquierdo apoyando el peso de su cuerpo y con su brazo derecho, liderado por su mano, alternando la postura; ahora me froto, suavemente, la barbilla; me cubro la yugular e inclino, levemente, la cabeza para que mi mano la sostenga; ahora, etcétera - escucha.

martes, 15 de febrero de 2011

Golpear cabezas

"Te reventaría la cabeza"

A esas personas que, cuando sales de la estación -o cualquier otro lugar - y sostienes la puerta con una mano para el siguiente, no te hace el relevo. Que pasan sin, ni siquiera, hacer el ademán de seguir la cadena de amabilidad cívica.

Te reventaría la cabeza contra el cristal de la puerta hasta que tuviera que detenerme para descansar. Hasta que tuviera que pedir ayuda - gritarla, como si hubiera -o, para solidarizarme con los putos gustos, hubiese - alguien herido, para que, por amabilidad cívica, me hiciera el relevo. Pero no le cedería el relevo, por muy cansado que me encontrara - a la mierda con los gustos - sin antes dedicarle cinco minutos para explicarle cómo y cuánto -la intensidad marca la diferencia - golpear la cabeza de "¡eh, eh, déjame!" contra el cristal de la puerta.

Digo "¡eh, eh, déjame!", porque, obviamente, la educación es lo primero. Al menos, lo básico:

(Tras el primer golpe)

- Bueno, perdona...¿Cómo te llamas, hijo de puta? ¡Di!

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Déjame!


Eso sí, no me malinterpretéis. No me dedico a golpear cabezas de esas personas que, cuando sales de la estación -o cualquier otro lugar - y sostienes la puerta con una mano para el siguiente, no te hace el relevo. Que pasan sin, ni siquiera, hacer el ademán de seguir la cadena de amabilidad cívica. De esas personas que, sin medir más que una ostentosa defecación de caballo, su actitud huele peor. Tan sólo, lo pienso.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Es la expresión de la continuidad. Todo aquello que podríamos decir y, sin más dilación, amputamos con una afilada abreviatura.

Es la comodidad de no alargar lo que ya ha quedado, aparentemente, más que entendido, y la sentencia escrita de nuestro juicio, que da por válido lo que le precede.

A veces, llega un momento en que hay que sacarle partido - coloquialmente dicho -. Demostrar, sútilmente, todo su mérito, el cual solemos recortar; abreviar.

Siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Él, es un atajo. La vía rápida, a veces acertada y, otras tantas, cómodamente atravesada sin mirar ni atrás ni a derecha ni a izquierda, sin, tan siquiera, percatarse de si la frondosidad del atajo cubre o no el cielo y sin tener, ni mucho menos, la más ligera idea de a donde lleva.

Le sirve en bandeja al entendido el capricho de continuar, musitando para sí mismo, con el objetivo de aclarar, una vez más, aquello que escucha o lee, y deja expectante al ignorante o, simplemente, al que no conoce, en profundidad, el tema que se está tratando. Tampoco es justo meter en el mismo saco - coloquialmente dicho - los que escuchan para aprender y a los que escuchan porque no tienen nada que decir.

Fonéticamente, su nombre suena, -por cercanía- al euskera. Etimológicamente y por la lejanía de la historia, su nombre proviene del latín: et (y) cetera, que se deriva de ceterum ( lo demás).

No quiero irme por los cerros de Úbeda - coloquialmente dicho y bien mencionado en http://cineimperfecto.blogspot.com/ -, pero, fruto de la falta de concentración motivada por las rápidas, pero constantes interrupciones que me absorben todo el agua de ese vaso liso, redondo y bajo al que ahora cito como mi inspiración, me estoy acercando. Por describirlo de alguna manera, las distracciones me están sepultando, sentado en la silla de siempre, como si estuviera encajado en el encofrado, justo en la trayectoria precisa de la cascada de hormigón armado que rápidamente se petrifica al resbalar por mi piel.

Alguien, acaba de contarme, hace tan poco tiempo que todavía tengo el tono de su voz salpicando en mi oído como si fuera, imaginaros, una fila india de niños guardando turno para dejarse caer por el típico tobogán de parque acuático caracterizado por su inclinación para favorecer el deslizamiento y esas curvas que te llevan de un lado al otro, hasta caer en la piscina donde, los que no quieren repetir, pasan el tiempo salpicándose estúpidamente mientras que el tobogán va escupiendo niños. Uno a uno. A veces, dos. En fin, me lo acaba de contar. Ahora. Por cierto, ya puedo ver los cerros de Úbeda.

- ¿Sabías que los croissants son de Viena?

- ¿Ah... sí? (me da absolutamente igual pero no me espera nadie. Puede ser interesante...)

- Sí. Y, aquí, decimos que son unos cuernos pero, en realidad, los hicieron para celebrar la victoria contra los turcos y su forma se debe a la media luna turca.

- Ah...qué puñeteros los de Viena.

La conversación ha terminado enterándome del, no sé si nuevo o no, documental de Michael Moore sobre bollería.

Ahora, ya no sé cómo terminar esto. Podría pediros disculpas por la posible indiferencia que os está provocando esta lectura - a mí me produce una mordaz sonrisa -, podría dar un vuelco argumental totalmente inesperado - si existe ese tal argumento -. Puede que lo más sensato fuera - o fuese, para los que prefieren esta forma - cerrar esta mierda con una cita que le dé aroma de calidad - au de qualité -, pero, con absoluto convencimiento, encontraréis una cita apropiada en el contexto adecuado - http://enelcontextoadecuado.blogspot.com/ -, pues, ahí, es el lugar donde quieren reposar las palabras. Ordenadas, estudiadas, combinadas, lanzadas - algunas - espontáneamente, etcétera. Para ser leídas, asentidas, imaginadas, releídas, saboreadas, etcétera. Con au de qualité.

Aunque, también, podría zanjar esto con el título del blog, que dice: hoy es un buen día para escribir; no un día para escribir bien. Sería algo asi:

"hoy, es un buen día para escribir. ¿También lo es para leer?"

Sin embargo, es más lógica y me convence más, la idea de terminar este post con su propio título, pues no lo he titulado al inicio:

Etcétera.