miércoles, 23 de noviembre de 2011

A mis orígenes

Me detengo para escribir. Vuelvo a mis orígenes. A la inseguridad,
incertidumbre y a las ganas de llorar. Pero prefiero la cerveza al
pañuelo.

Vuelvo a escribir por escribir sin saber qué escribir pero escribiendo
todo aquello que entona mi diestra (no la de José Tomás).

Dejar escrito algo que no sabía que escribiría cuando me he planteado
escribir lo presente. Escribir por escribir.

Escupir mis sentimientos disfrazados, disimulados
y acojonados dentro de mí. Pretender mostrar mi debilidad sin que me
den caza los lobos. Pero ir al grano, como los lobos: sobrevivir.

Protagonizar mi vida y dejar de criticar como un espectador.

Llegar, entrar y sentarme en este blog como en la barra de un bar.
Leer este post como tomar una cerveza.


Te tomas tu tiempo, lees, la miras, interpretas aquello que te
sugiere, le das un trago, tragas la satisfacción, te relajas...calma...
lees entre líneas, todo toma la perspectiva adecuada, en el contexto
adecuado. Y todo lo demás, queda fuera de entre tu cerveza y tú; tú y
tú.

Vuelvo a mis orígenes. A la soledad que no me molesta. Mi soledad.
Escribir por escribir, "tipico" dicen. Pero, algunas veces, no lo es.
Escribo sin ninguna pretensión. Ni siquiera quiero-espero, si hay
alguien ahí, si tú estas leyendo esto, que sigas leyendo. No. 
Lo escribo para llegar, entrar y sentarme en este blog como en la barrade un bar.
Leer este post como tomar una cerveza. Esto es para mí. 


¿Y por qué lo publico? Lo publico porque ésta es la barra del bar donde
yo me bebo lo que me sirvo.

¡Y de repente todo cambia! Como suele ocurrir, cuando pienso un
nombre. ¿Qué nombre? Ese que nunca pronuncio, porque siempre te llamo
"cariño".

sábado, 29 de octubre de 2011

"Casi todo lo que sé de publicidad"

Cuando uno de los mejores creativos del mundo decide escribir un libro sobre publicidad y llenarlo de anuncios que han ganado premios internacionales, que han subido hasta las nubes  las ventas de los productos anunciados y que han creado y consolidado marcas de primer nivel, muchas de ellas todavía presentes en nuestra vida, da igual todo lo demás.

Da igual que dichos anuncios sean de hace casi tres décadas. Da igual que su estética sea antigua. Lo que importa es la idea. Porque lo bueno perdura con toda su calidad, igual que una obra de arte. Atemporal.

Sólo con ojear las páginas de este libro aprendes.

Calidad fotográfica que mi Blackberry permite:



sábado, 9 de julio de 2011

En el desierto II

- Ahora el hermanito bueno está dispuesto a dar su vida por esa blanca, fulana de occidente.

- No es una fulana, y tú no vas a decidir su destino.

- ¿Me lo vas a impedir derramando tu sangre?

- Te lo voy a impedir rebanando tu cuello.

- ¿Tú...? ¿A mí...? Aún recuerdo cuando éramos niños y convertíamos los palos quemados de la hoguera en afiladas espadas. Padre siempre acudía en tu ayuda cuando te rendías y me suplicabas que dejáramos de jugar, Lahasa.

- No me llames así. Ya no somos niños. Todo ha cambiado.

- Tienes razón. Ya no eres un perro flaco. En fin, hablar contigo es agotador, tienes la misma lengua que padre.

- El sol se está poniendo. Marchaos ya antes de que caiga la noche y este desierto os haga desaparecer...

- ¿Sigue en pie lo de compartir ese narguile...? Antes no hablaba en serio, hermano, cuando decía todo aquello del humo de lealtad... No era nada más que palabrería, Lahasa.

- No soy Lahasa y en este campamento no hay sitio para vosotros. Sois siete hombres más los animales...

- Sé que tienes suficiente sitio para todos nosotros. La construcción y organización siempre se te dio bien. A Padre le resultaba muy útil.

- He dicho que no, sé que tramas algo y no te lo voy a permitir. Olvídate de la chica.

- Tus hombres son fieles y disciplinados, Lahasa. Uno da de beber a los animales; otro asegura y deja todo dispuesto en las tiendas; otros dos cocinan, y huele bien esa carne de camello; uno más protege a la chica; y estos dos de aquí no se han separado de ti desde que llegué. No dudo de que al mínimo movimiento ofensivo de alguno de mis hombres, reaccionarían de inmediato...

- Confío en todos y cada uno de ellos.

- Está bien. Te doy mi palabra. Tan sólo quiero pasar la noche aquí, que descansen mis hombres y al amanecer nos marcharemos.

- ¿Ahora son tus hombres cuando antes eran tus perros...?

- Shh! Shh! Que no te oigan. No sé por qué se motivan más y trabajan mejor si los trato como bestias...

- De acuerdo. Mis hombres os acompañaran a vuestras tiendas.

- Por cierto, ¿Tienes Internet aquí...?

- ¿Inter qué...? Tengo agua, vino, té, aguardiente, sémillas, carne de camello, leche... 
- Nada. Olvídalo... Suerte que llevo Internet everywhere de Morange. Y dime... ¿Cuánto hace que no sales de este desierto?

miércoles, 6 de julio de 2011

En el desierto

- ¡Devuélvemela!

- ¡Ni lo sueñes! No te pertenece.

- Tú me la robaste y al fin te he encontrado...

- Te estaba esperando.

- ¡Mientes! ¡Rata del desierto! Te mueves como un elefante por estas dunas.

- Siempre te has creído mejor que yo.
- Devuélvemela ya. No imaginas cuánto vale y tú no sacarás ni un tercio de su valor. Nunca supiste negociar. Si no fuera por todo lo que te enseñé y esos...esas ratas que decidieron seguirte, serías un largato tostado al sol de esta tierra.

- Hermano, hermano...Cálmate.

- Yo no soy tu hermano.

- Toma, fuma conmigo de este narguile y si tanto valor dices que tiene, negocia conmigo.

- ¡Yo no comparto un narguile cuyo humo no es de lealtad!

- ¿¡Lealtad!? Tú no sabes lo que es la lealtad. ¡Tú me abandonaste! Ya lo has olvidado...

- Te abandoaste tú sólo...Tú decidiste tu destino...Podrias tener mucho más y tu conciencia te lo arrebató todo.

- Muy bien, nunca cambiarás y ahora eres tú quien me necesita.

- ¡Dámela ya!

- ¡Eres esclavo de tu codicia" Arderás en el mármol del infierno...Yo, ahora, al menos, robo baratijas y mercancias de poco valor a comerciantes.

- Yo comercio con lo que más valora el hombre...Nunca lo entendiste. Pero somos iguales...

- ¡Arderás en el mármol del infierno y nadie podrá oir tus gritos! Sentencias a los demás con tus propios pecados y no eres consciente de que tu alma es negra y venenosa como los escorpiones que habitan este desierto.

- Dime, eres mejor que yo... ¡Ladrón de mercancías! Yo también negocio con mercancias...¡Devuélvemela ya! O esta misma noche estarás esperándome en el infierno.

- Tus hombes se están poniendo nerviosos...Diles que bajen sus armas.

- Mis hombres huelen el miedo de tus perros...

- Un halcón sabio nunca muestra sus garras. Mis hombres desenfundarían y dispararían sus armas antes de que tu hombre más rápido acabara de apretar el gatillo.

- Tus perros son comida para los míos.

- ¡Atrévete!

- Está bien. No voy a malgastar más mi tiempo. ¿Cuánto quieres? Te daré más de lo que tepuedas gastar en tu corta y miserable vida.

- Por lo que veo ya tienes un comprador...

- Mi comprador me permite pagarte todos los días del resto de tu vida, que mis dedos pueden contar. ¡¿Cuánto quieres?!

- Es un capricho demasiado caro y arriesgado para un hombre...

- Eso a nosotros no debe importarnos...Nunca se te dio bien esto y ahora eres un ladrón al que este desierto se le queda muy grande... ¡Al igual que tu padre!

-¡También fue tu padre! Nunca te conformaste con nada. Él nos enseñó a sobrevivir en esta arena dorada por el sol.  Lo que nunca se me dio bien fue traficar con personas, hermano. 

- Siempre te quiso más a ti...

- Estás equivocado. Tú nunca le perdonaste. Podría soportar la desdicha de esta pobre mujer entregándotela, pero no soportaría jamás la desgracia de no haber dado mi vida para salvarla.

martes, 15 de marzo de 2011

En mi silla 1x3: El final - mi final

Voy a poner fin a esto. El miedo me ha hecho llorar. Me ha obligado a cerrar los ojos y encogerme deseando que acabe ya.

Ocurrió un día como hoy; la cortina de lluvia no dejaba ver más allá de tus propios pasos. No se oían truenos ni se veían rayos, pero te los imaginabas. Yo estaba donde cada tarde, con mi silla en su sitio. Se acercaba la hora de cerrar y ya había empezado a recoger cuidadosamente para no molestar a los pocos clientes que habían llegado a última hora.

Hubieron dos hechos a lo largo de la tarde que la diferenciaron de cualquier otra para que jamás la pudiera olvidarla.

Hecho #1:

Llegaron a la tienda una mujera mayor -los cincuenta gastados- y un chico joven - los treinta tristes- y cuando se fueron estuve hablando con la mujer mientras que el chico estaba en el lavabo. Me preguntó si conocía un estanco por la zona. De ahí, terminamos hablando de ella; de ellos.

Está ingresada en Bellvitge por depresión. Seis meses y ya los ha terminado, casi. El chico también -ingresado por lo mismo- pero aún le falta un tiempo - no sé cuánto-. Ya tenían apariencia de "no estar bien" cuando entraron en la tienda. Bueno, me refiero a una extraña pareja, un argentino joven, callado y cabizbajo.

Él vino a España desde Guatemala. En el aeropuerto se lo robaron todo - me explicaba la mujer-. En ese momento el joven argentino deprimido salió del lavabo y la mujer, educadamente, cortó el tema. Supongo que en él - deducción personal - todo empezó cuando se lo robaron todo en el aeropuerto. Todo. Nada más llegar...Todo.

Hecho #2

He visto a la Sra. E - de la que os hablé en "En mi silla 1x1" y "En mi silla 1x2"-. Iba con su marido, del que sospecho era - cuando estaba en activo - agente de alguna agencia gubernamental tales como la CIA, MI6, etc. Nos hemos saludado tras el cristal de la tienda. No ha entrado a comprar nada, pero el saludo ha sido agradable.

Hacía tiempo que no la veía. Mi saludo fue de esos que, con la mirada y el gesto de la mano, dice:

"¡Hey! Eres tú...¿Qué tal?"

Sin duda, era ella.

Pasó -monótono- el poco tiempo que quedaba para cerrar. Las 21.00h. Como os he dicho antes, ya había empezado a recoger y, prácticamente, ya tenía casi todo dispuesto para irme. Quedaban un par de tareas rutinarias:

Tarea rutinaria #1: Barrer. Barrer la sala principal, la barra y la cocina.

Tarea rutinaria #2: Cambiar las bolsas de basura. Dos: una en la barra y otra en la cocina.

Tiempo previsto: 10 minutos, aproximadamente.

A los 7 minutos había terminado de barrer. Todo. Entré en la cocina para coger las bolsas de basura nuevas y las dejé al alcance de mi mano, cada una al lado del cubo que, arbitrariamente, había seleccionado.

Perfecto. Puerta cerrada; ya no puede entrar nadie más, ningún cliente. Bolsa de basura de la barra cambiada. Sólo queda la de la cocina y me voy, pienso.

No sé qué pasó por mi cabeza para apagar las luces de la sala principal y de la cocina - el cuadro de luces está situado justo encima del cubo de basura de la cocina-. Pensaría que así iría más rápido y que, con la amarillenta y sucia luz de las farolas que llegaba a la tienda, tendría suficiente para ver. Así fue en un principio.

El cubo de basura también está situado a los pies de la escalera que, desde la cocina, sube al almacén. Hasta ahí no llegaba la luz. Sólo la sombra.

Había retirado ya la bolsa del cubo para cerrarla con un nudo casero, pero firme, cuando noté algo. No era algo explícito, sino la sensación de algo. Algo que te obliga, por motivos fisiológicos, a girarte." Te giras, no hay nada y vuelves a lo tuyo; pasa millones de veces". Sentía la sensación de una sombra, muy extraño...

Me giro, únicamente con un leve movimiento de cintura y cuello, sin dejar de hacer el nudo a la bolsa. ¡Joder! Era la Sra. E, detrás de mí. Esa sensación, esa sombra era ella... Me asusté y el sobresalto me hizo retroceder unos pasos. No podía ser, joder, pensé. ¿Qué coño hace aquí? ¿Cuánto tiempo llevaba mirándome? De pie en el primer escalón. Quieta. Casi inerte. Con una pequeña sonrisa fúnebre. El silencio absoluto invadió el espacio; el tiempo desapareció. La luz de emergencia parpadeaba, como si no pudiera avisar con su luz blanca. Inútil. La miré. Era la Sra. E, la agradable señora que me saluda-saludo a veces. Pero me aterrorizaba hasta quedarme inmóvil. Casi inerte, como ella, pero sin esa sonrisa fúnebre. Tal parálisis me produjo el miedo, el temor, la sensación de no-vida, que cuando volví a mí, a ser consciente, me di cuenta que llevaba un rato mirándola, paralizado, fijamente. Ella mirándome también, angustiosamente, como un tono muy agudo, chirriante. Espeluznante.

- ¿Qué? - no sé si lo dije yo, o me lo arrancó ella-
- (sonrisa fúnebre, ensordecedora)

Miré a los lados, cogí confianza. Parecía que me había acostumbrado a verla ahí. Quieta. Pero el miedo cada vez me rasgaba más acercándome a la desesperación, que estas palabras son incapaces de transmitir.

- ¿¡Qué?! ¿¡Qué joder?! ¿¡Qué quieres?! ¿¡Qué te pasa?! ¿¡Qué haces ahí?! Puedo ayudarte...qué quieres... (Era inútil preguntar por dónde había entrado, porque no entró. ¡La hubiera visto! B¡Y la puerta estaba cerrada!

No podía soportarlo más. No tenía sentido. La Sra. E seguía inmóvil, con esa sonrisa que atraviesa tu miedo.

El miedo me hizo llorar. Acurrucarme en una esquina de la cocina, con la cabeza pegada a las piernas, y llorar...Llorar mientras repetía "no, no, no..." No quería, no podía moverme, tan sólo el balanceo autista que me producía el pavor y la desesperación queempezaba a inundarme...

- Mátame ya, mátame ya, por favor...

Algunas palabras fueron pronunciadas entrecortadamente, con un parón en medio, mientras me tragaba mis incontables lágrimas que cubrían mi rostro escondido, y respiraba ahogadamente.








Todavía sigo aquí, acurrucado, incapaz de asomar la cabeza y mirar. Pero sé que ella sigue ahí, en el primer escalón, mirándome con esa sonrisa que ya tanto odio.

viernes, 11 de marzo de 2011

-¿Qué? - Tienes negro ( )

Black, black. Black and blue...

Esperar que la pasión -sin dejar de serlo- se convierta en razón.
La razón de la respuesta en blanco a la pregunta: ¿Por qué?
La mirada perdida que te aleja de aquí; que te acerca allí, donde deseas estar. Permanecer.
La fuerza de saber que estarás ahí; que estaré ahí.
Un secreto que ansías contar; compartir, pero que lo guardas sin palabras para que sea cosa de dos. Asunto tuyo; asunto mío.

Y, ahora, sin papel en blanco, sin bolígrafo para escribir, sigo escribiendo. Sin guión; sin pensarlo, sin escribirlo, sin revisarlo. Al límite. Leyéndolo al ritmo que lo escribo. Al son de las teclas; de las teclas de éste -mi teclado- que a duras penas me deja corregir. Volver atrás. Si avanzo, sígueme.

Una palabra de aprecio. Una muestra de afecto. Una opinión de respeto. Un detalle de amor.
Un sustantivo, un artículo, tu verbo. Paro. Me detengo.







Una interrupción; tu interrupción. Que no interrumpe; entra sutilmente. Con delicadeza.

Un post de palabras que digo con hechos. Que te reconforte.

martes, 8 de marzo de 2011

En mi silla: 1x2

Son las 15:42h. Me dispongo todo perfectamente organizado; estratégicamente situado -al alcance de mi mano-, para sentarme en mi silla.

Desde que estoy sólo no ha entrado nadie. ¿Vendrá hoy la señora E con su perrito en brazos y su marido - caminando, obviamente, por su propia iniciativa- a Albaida? No lo sé. No suele venir cada día.

(Albaida: La blanca -traducido al español-, con la fuerza en la última sílaba para aquel que quiera saber cómo suena)

Al otro lado del cristal -afuera, en la calle- la gente va y viene. Trabajadores, de clase media, que van a comer; otros que vuelven a paso ligero. Coches dándole valor al asfalto. Taxistas que entablan breves conversaciones con desconocidos. Mensajeros uniformados en moto. Comerciales conduciendo coches disfrazados de la marca -los coches-. Abogados yendo y volviendo de una visita, de sus gestiones, dándole vueltas a su último caso; pensando en cómo decirle a sus mujeres: "Cariño, puede que hoy también me retrase"; y llamando a ellas: "¿Cenamos hoy?". Etcétera.

No sé cuánto tiempo estaré así, fijándome en lo que sucede ahí afuera -en la calle-, revisando con la mirada que todo siga en orden aquí -adentro-, leyendo "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago, y pensando en quien no sabe qué comentar.

lunes, 7 de marzo de 2011

En mi silla: 1x1

La "señora mayor del cortado que viene siempre" ya no viene.

- Hola
- Hola "maco"
- No ha llegado, todavía...
- ¿Quién?
- Su amiga. La señora con la que toma algo y charla habitualmente...
- (...) Falleció.

(Nos miramos)

- Lo siento -frío y áspero-

(Me dedica una sonrisa que dice: tranquilo, qué vas a decir...

- Y... -pregunto, así, la causa-
- Un ataque - señalando, con un movimiento que tartamudea, su propio corazón.

(Asiento en silencio)

- Aquí tiene... -su zumo de melocotón, insípido de compañía-.

Así me enteré. Así resolví mis dudas. Hacía unos días que de cortesía con el cortado le servía una galleta con sabor a canela -napolitana-, que suele acompañar el café sea para quien sea. Había dejado de regalarle -a modo particular- un mini croissant que el resto de personas deben pagar. Por añadidura, el último día estuve especialmente seco. Es cierto que había mucha gente, pero tampoco seguí con entuasiasmo la breve conversación -cortesía por su parte- que me ofreció.

Que en paz descanse, pues ya ningún café va a hacer que despierte.

Al fin al del día ha venido E - así la vamos a conocer aquí- con su perrito, de once años, acomodado sobre su brazo. Su marido es extranjero. Jubilado y afincado aquí. Siempre se queda fuera y entra E sóla...

miércoles, 2 de marzo de 2011

cuando puedas...

- Un cortado cuando puedas.

- Vale.

(Pocos segundos más tarde)

-¡Buf! Ahora... Es q me va fatal. No puedo, tendría que ser ya para mañana por la mañana, cuando pueda...Pero, como pronto, mañana. Ya lo siento, ¿eh? A ver, que si me pides un cortado sin el "cuando puedas", no me importa hacértelo ahora. Si ya ves: poner el café en la máquina y darle al botón programado para un café. En el mismo tiempo te podría hacer dos, fíjate. Es que es, simplemente, darle al botón programado para dos cafés. Si es que, en realidad, se hace solo.

Ahora, si me das la flexibilidad de hacerlo cuando pueda, pues ahora es que no puedo. A ver, a ver, no me quiero explicar mal, ni explicarme bien y que tú me entiendas mal, que puede ser también ¿eh? Puede ser...

Técnicamente, sí puedo. Ya te lo he dicho. Pero, ahora, estoy haciendo otras cosas. Y una cosa te digo, que no me gusta faltar a mi palabra ¿eh? Padre siempre me decía: somos nuestra palabra y actos. Y razón tenía.

Entonces, te he dicho y me he comprometido -verbalmente - a tener tu cortado para mañana por la mañana. Que ya lo tendré preparado a primera hora ¿eh?...Pero si sigues entreteniéndome...todo se retrasa, ya lo sabes.

Y me da rabia porque me has caído bien. No sé, se te ve buena persona. Pero ahora, lo que es ahora, no puedo. Por lo que te he dicho ¿eh?, no por otra cosa. ¡Faltaría más!

- o menos...

- Bueno, quedamos así. Que a este paso, ni mañana por la mañana, y eso sí que me sabría mal...

- ¿Y esto no? Yo es que alucino con la peña - musita mientras se va -

(Segundos más tarde)

- Oye, que no me ha dicho si lo quiere con leche descremada o normal...¿Y ahora qué? Que hoy en día la gente es tiquismiquis. Muy fina - repite con mímica fina -. Y, claro, que lo quiere con leche descremada...y a hacer otro café.

Pues no pienso hacer otro ¿eh? Ya mañana cuando vuelva, si vuelve, se lo pregunto nada más entrar por la puerta y ya se lo preparo al momento, que no me cuesta nada.

Si es que...después de todo el rato que me ha tenido hablando, va y se olvida lo de la leche. Hay que ver cómo es la gente...

Aunque si no me ha dicho nada, significa que la querrá normal - digo yo -. Si no, me lo hubiera especificado, ¿no?

martes, 22 de febrero de 2011

No le hagas caso a mi silencio, es cuando más pienso en ti.

23 de febrero. 1991. Fue un día con un sol espléndido, como si hubiese sido calculado y diseñado por ingenieros y astrónomos, en una colaboración perfecta. O no. Quizás fue un día lluvioso, con una lluvia tan continua, densa y cegadora que lo más acertado era contemplarla desde el otro lado de la ventana, organizando carreras entre las gotas que descendieran por el cristal. ¡Y qué más da! Y qué más da... - sonriendo y con la mirada perdida -.

Hubo a dos personas - directamente - que eso no era lo que les importaba. llevaban el buen tiempo consigo; con sus nervios, ansías, alegría, impaciencia...Felicidad. Su primera hija, recién nacida.

Hoy, hace ya veinte años de eso. Veinte. Su inteligencia y madurez denotan algunos más, pero son sólo veinte; su aire todavía tiene brisas veinteañeras. Yo, hace tan poco que la conozco, y me queda tanto por conocer...

Me siento afortunado por tenerla a mi lado y sé que debo esforzarme por merecerla. (siempre voy a recordad el buen consejo de un buen amigo: el amor no son razones; son acciones)

Para merecerte.

Sí, me imagino una vida contigo. Y, con esto, pretendo halagarte ya que desconozco - obviamente - el futuro, pero conozco perfectamente el presente.

Me la imagino con puntos suspensivos, para hacer de cada día una frase; de cada semana un capítulo; de cada mes, cada mes... - sonriendo y con la mirada perdida -. Una vida que se lea con música. Con alguna canción cualquiera, pero cómplice de ti y de mí, juntos.
First day of my life me sirve.

(¿Ya está sonando, gatinha? Me espero...y cierro paréntesis )

Contigo, conmigo; con lo que te he dicho; con lo que guardas en tus notas; con lo que todavía no te he dicho; con lo que jamás - creo - encontraré palabras para decirte. Explicarte. Con mi mano guardada entre tus piernas. Por tus piernas. Por lo que aguantan, con ese contorno tan bien definido. (¿Ya lo ha visto algún especialista?). Por preguntar. Por memorizarlo.
Por escribirlo.

Por tus dedos, por los míos. Cuando se cruzan, se buscan, se tocan. Cuando no se separan. Cuando te dejo en la puerta. Cuando me miras después. Cuando quieres decirme algo y sólo me miras. Cuando te miro, te pregunto qué tal, te ries. Por el cara o cruz, por las crispetes - que no pienso pronunciar -. Por como te ríes ahora.

Por la limitación de tiempo. Por el tiempo cuando se detiene.Se frena y tu aumentas el ritmo, la entonación. Y luego, el tiempo vuelve con prisa. Por mis dos minutos adelantados. Porque no puedo parar de pasear por tu piel. De mirarla. Delicada. Por ese momento en el que te veo llegar. Te contemplo. Para que no termine la canción. Por el repeat.

Para que me lo digas. Lo repitas. Lo escuche, lo lea. Te lea, te bese. Cuando tu mano acaricia mi cara y continúas el beso. Lo haces mejor. Ven aquí. Acércate. Quédate a mi alrededor. Cállate. Bésame. Cierras los ojos, los abres, me miras, los cierras. Continúas...

Un té en Paseo de Gracia. Un te espero en Sant Jaume: "estaré ahí". Un tenemos que ir...Un te acompaño. Un feliz cumpleaños. Un te quiero, sincero, espontáneo y directo.


Nota 1:Link en First day of my life. Link en Por escribirlo.
Nota 2:No tengo, ahora, más regalo que las palabras que te dedico - sabiendo que están bien, raras tal vez. Pero convencido de que todavía no han empezado a hablar del amor que siento - y mi agradecimiento por ser el reloj que cuenta mi tiempo, la persona que llena mis pensamientos, la que motiva mi superación personal y el etcétera de lo que no sé cómo decirte.


viernes, 18 de febrero de 2011

En mi silla - piloto

Nuevamente, hoy es un buen día. En realidad, no tengo ninguna idea; ningún argumento esbozado en mi mente. Para contrarestarlo, tengo un bolígrafo en mi diestra que cuando, con mi pulgar hago clic, derrocha tinta azul. Parece tener vida y, con ello, la necesidad de quedar impresa en una página cualquiera, de una libreta también cualquiera.

Hace, aproximadamente, media hora ha venido la señora que - respetuosamente - llamo: "la señora mayor del cortado que viene siempre". Hasta donde llega mi observación, tiene dos amigas - vecinas del barrio - que nunca se cita con las dos el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar; al menos, en este lugar llamado Albaida, más conocido como "la tienda".

La amiga que hoy acompaña a la "señora...", veinte años más joven que la otra - más o menos -, lleva dos cortados, con poca leche. Descafeinados. Ella, el cortado de siempre, con su galletita de cortesía y creo que, a estas horas de la tarde, la cortesía, por partida doble, de la amiga.

(Si le pones un corderito de cortesía, que acompañe el café - nada; un detalle - se lo comeria también. Y el de la amiga.)

En fin, durante todo este tiempo, que no se aprecia con la atemporalidad de las palabras - quitaremos, aquí, los adverbios -, han pasado dos horas. Ella sigue hablando y la amiga - con el brazo izquierdo apoyando el peso de su cuerpo y con su brazo derecho, liderado por su mano, alternando la postura; ahora me froto, suavemente, la barbilla; me cubro la yugular e inclino, levemente, la cabeza para que mi mano la sostenga; ahora, etcétera - escucha.

martes, 15 de febrero de 2011

Golpear cabezas

"Te reventaría la cabeza"

A esas personas que, cuando sales de la estación -o cualquier otro lugar - y sostienes la puerta con una mano para el siguiente, no te hace el relevo. Que pasan sin, ni siquiera, hacer el ademán de seguir la cadena de amabilidad cívica.

Te reventaría la cabeza contra el cristal de la puerta hasta que tuviera que detenerme para descansar. Hasta que tuviera que pedir ayuda - gritarla, como si hubiera -o, para solidarizarme con los putos gustos, hubiese - alguien herido, para que, por amabilidad cívica, me hiciera el relevo. Pero no le cedería el relevo, por muy cansado que me encontrara - a la mierda con los gustos - sin antes dedicarle cinco minutos para explicarle cómo y cuánto -la intensidad marca la diferencia - golpear la cabeza de "¡eh, eh, déjame!" contra el cristal de la puerta.

Digo "¡eh, eh, déjame!", porque, obviamente, la educación es lo primero. Al menos, lo básico:

(Tras el primer golpe)

- Bueno, perdona...¿Cómo te llamas, hijo de puta? ¡Di!

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Déjame!


Eso sí, no me malinterpretéis. No me dedico a golpear cabezas de esas personas que, cuando sales de la estación -o cualquier otro lugar - y sostienes la puerta con una mano para el siguiente, no te hace el relevo. Que pasan sin, ni siquiera, hacer el ademán de seguir la cadena de amabilidad cívica. De esas personas que, sin medir más que una ostentosa defecación de caballo, su actitud huele peor. Tan sólo, lo pienso.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Es la expresión de la continuidad. Todo aquello que podríamos decir y, sin más dilación, amputamos con una afilada abreviatura.

Es la comodidad de no alargar lo que ya ha quedado, aparentemente, más que entendido, y la sentencia escrita de nuestro juicio, que da por válido lo que le precede.

A veces, llega un momento en que hay que sacarle partido - coloquialmente dicho -. Demostrar, sútilmente, todo su mérito, el cual solemos recortar; abreviar.

Siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Él, es un atajo. La vía rápida, a veces acertada y, otras tantas, cómodamente atravesada sin mirar ni atrás ni a derecha ni a izquierda, sin, tan siquiera, percatarse de si la frondosidad del atajo cubre o no el cielo y sin tener, ni mucho menos, la más ligera idea de a donde lleva.

Le sirve en bandeja al entendido el capricho de continuar, musitando para sí mismo, con el objetivo de aclarar, una vez más, aquello que escucha o lee, y deja expectante al ignorante o, simplemente, al que no conoce, en profundidad, el tema que se está tratando. Tampoco es justo meter en el mismo saco - coloquialmente dicho - los que escuchan para aprender y a los que escuchan porque no tienen nada que decir.

Fonéticamente, su nombre suena, -por cercanía- al euskera. Etimológicamente y por la lejanía de la historia, su nombre proviene del latín: et (y) cetera, que se deriva de ceterum ( lo demás).

No quiero irme por los cerros de Úbeda - coloquialmente dicho y bien mencionado en http://cineimperfecto.blogspot.com/ -, pero, fruto de la falta de concentración motivada por las rápidas, pero constantes interrupciones que me absorben todo el agua de ese vaso liso, redondo y bajo al que ahora cito como mi inspiración, me estoy acercando. Por describirlo de alguna manera, las distracciones me están sepultando, sentado en la silla de siempre, como si estuviera encajado en el encofrado, justo en la trayectoria precisa de la cascada de hormigón armado que rápidamente se petrifica al resbalar por mi piel.

Alguien, acaba de contarme, hace tan poco tiempo que todavía tengo el tono de su voz salpicando en mi oído como si fuera, imaginaros, una fila india de niños guardando turno para dejarse caer por el típico tobogán de parque acuático caracterizado por su inclinación para favorecer el deslizamiento y esas curvas que te llevan de un lado al otro, hasta caer en la piscina donde, los que no quieren repetir, pasan el tiempo salpicándose estúpidamente mientras que el tobogán va escupiendo niños. Uno a uno. A veces, dos. En fin, me lo acaba de contar. Ahora. Por cierto, ya puedo ver los cerros de Úbeda.

- ¿Sabías que los croissants son de Viena?

- ¿Ah... sí? (me da absolutamente igual pero no me espera nadie. Puede ser interesante...)

- Sí. Y, aquí, decimos que son unos cuernos pero, en realidad, los hicieron para celebrar la victoria contra los turcos y su forma se debe a la media luna turca.

- Ah...qué puñeteros los de Viena.

La conversación ha terminado enterándome del, no sé si nuevo o no, documental de Michael Moore sobre bollería.

Ahora, ya no sé cómo terminar esto. Podría pediros disculpas por la posible indiferencia que os está provocando esta lectura - a mí me produce una mordaz sonrisa -, podría dar un vuelco argumental totalmente inesperado - si existe ese tal argumento -. Puede que lo más sensato fuera - o fuese, para los que prefieren esta forma - cerrar esta mierda con una cita que le dé aroma de calidad - au de qualité -, pero, con absoluto convencimiento, encontraréis una cita apropiada en el contexto adecuado - http://enelcontextoadecuado.blogspot.com/ -, pues, ahí, es el lugar donde quieren reposar las palabras. Ordenadas, estudiadas, combinadas, lanzadas - algunas - espontáneamente, etcétera. Para ser leídas, asentidas, imaginadas, releídas, saboreadas, etcétera. Con au de qualité.

Aunque, también, podría zanjar esto con el título del blog, que dice: hoy es un buen día para escribir; no un día para escribir bien. Sería algo asi:

"hoy, es un buen día para escribir. ¿También lo es para leer?"

Sin embargo, es más lógica y me convence más, la idea de terminar este post con su propio título, pues no lo he titulado al inicio:

Etcétera.

martes, 25 de enero de 2011

¡Bang!

- ¿Sabes qué?
- No. ¿Cómo coño lo voy a saber?

- ...esto, ¿Qué te iba a decir?
- ¡Y yo qué cojones sé!
- Di, Di...¡Dilo!

(¿Para qué me preguntas si puedes preguntarme algo? ¿Acaso esa es la pregunta? ¿ Es una pregunta escudo?)

- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- No.
- Gilipollas. Pues ya no te lo digo.
- Vale. Mañana ojéate las esquelas del periódico. Esta tarde voy a enviar una explicando los motivos de mi marcha. Yo, así, ya no puedo vivir. ¡¿ Por qué no lo preguntaste directamente?! Adiós...

(¡Mierda, no! Mañana había quedado...joder. Esto es una mierda. Voy a tomar un café).

- Pero, ¿Por qué lo haces?
- Es que yo soy así. Lo siento.

(Nos ha jodido. Es que es así... ¡Pues no seas así capullo!)

- Pues mira, yo es que soy un puto loco asesino... ¡Bang!
- .............................

- Urgencias, buenas tardes...
(no sé cómo responden, ¿eh? Nunca he llamado. Y, en tal caso, creo que llamaría antes a mi madre y le diría:

- Llama a urgencias
- ¿Por qué? ...¿Qué ha pasado algo?
- Sí. Llama.
- Pero el que...dime...dónde estas...
- Tú, llama.
- ¿Pero estas bien?
- ¡Qué sí! Pero llama a urgencias, joder.
)

En fin, - Urgencias, buenas tardes...

- ¡Buenas tardes para usted! A mi me acaban de hacer ¡Bang!
- De acuerdo, señor. Tranquilícese...
- ¡No! ¡Yo soy así!
- piii....piii....piii

... mierda...por qué soy así...Aquí me quedo...sin enviar la esquela, joder...De mal en peor. ¡Ay!...cuánta sangre...mierda...¿qué hora es? Bueno, todavía es pronto...

lunes, 24 de enero de 2011

En número y letra

25 años. 300 meses. 9.125 días. 216.000 horas, y lo que se ha perdido en el recuento.

5.110 cafés -algunos de un sorbo; otros con tranquilidad-. Más cervezas. 7 viajes internacionales. Algún libro leído, varios empezados. 17 años estudiando, 7 trabajando. Decenas de pares de calzado usados y gastados. Más calcetines - muchos no los he vuelto a ver-.

Miles de horas frente al televisor, en cines, en bares - con cafés y más cervezas-. Hablando, escuchando. Muchos consejos recibidos. Algunos buenos. Otros olvidados - como tantas veces las llaves en casa-, y otros pocos, dados.

Sonrisas, risas, carcajadas. Llantos - ruidosos y en silencio -. Olores, sabores y experiencias. Problemas graves. Problemas estúpidos. Problemas solucionados. Problemas...olvidados.

Letras de canciones leídas, escuchadas. Letras cantadas, inventadas. Letras vividas, emocionadas. Artículos leídos, comentados. Releídos, recomendados. Ideas pensadas. Algunas escritas, otras, ahí están.

Calles andadas. Pasos de cebra cruzados furtivamente. La cebra imaginada con zeta. Palomas insultadas. Observadas con asco. Arcadas de pensamientos, comentarios. Zebras.

Desconocidos del barrio saludados por la calle. Vecinos que nunca conocerás y, ni mucho menos, saludarás. Noticias de sociedad, economía, deportes. Algún crucigrama. Muchos autodefinidos. Libros cuyo contenido he exprimido. Porque me interesa.

Miles de conversaciones oídas, contrastadas. Divulgadas. Puntos seguidos, puntos y a parte, separados por una coma. Un etcétera que sirve de mucho. Etcétera.

Y un objetivo común en todo lo dicho, enumerado y descrito; algo propio de nuestra naturaleza humana: aprender, saber más, vivir mejor, sobrevivir. Adaptarse.

Y, luego, no se me ocurre nada más que un "te quiero".

jueves, 20 de enero de 2011

¡Buah...!

- Hola

- Hola

- Encantado

- Igualmente

...

A los pocos días éramos amigos en Facebook. Así empezó lo que no quiero que termine. Y...eso.

Solemos utilizar las mismas palabras, adjetivos y expresiones cuando algo nos parece bueno, muy bueno, nos gusta, encanta* y un etcétera del mismo estilo.

Sin embargo, cuando hay algo que sobrepasa todo eso, cuando algo está por encima de todo lo que nos parece bueno, muy bueno, nos gusta, encanta*, con el mismo etcétera, cuando todo esto lo vemos minúsculo, recurrimos a onomatopeyas. A esos monosílabos - una sílaba y varios significados para el contexto adecuado-

(en un restaurante)

-¿Has probado esto? Está bueno, ¿eh?

- ¡Buah...!

(En la cola del Fnac para comprar las entradas de ese concierto tan esperado)

- No...¿qué?...Dicen que ya no quedan entradas...

- ¡Buah...!

Para casi todo aquello que merece una descripción, una razón o un porqué a la altura, volvemos a lo más primitivo del lenguaje. No tenemos palabras. No encontramos nada mejor...

Y es que a veces ni siquiera sabemos el porqué...

- ¿Por qué? ¿Qué es lo que...?

- mmm...pues....no sé...Nada en particular. Y todo en concreto. ¡Buah! es que es...

Nos parece tan obvio, que nuestro buscador mental de palabras, adjetivos y expresiones se bloquea con la petición.

-¿Pero qué...
(se me ha terminado el bolígrafo. Vuelvo a escribir con el plateado por fuera, de tinta negra en su interior, aunque sea de esos que parecen azules. Pero ahora ya lo sé. Antes, cuando he empezado, he cogido uno de esos rojo por fuera con la tinta del mismo color. No tienen confusión. En fin, volvemos al buscador mental de palabras, adjetivos y expresiones)

- ¿Pero qué quiere que le diga? - comenta el buscador mental con su equipo

- Pues algo que lo borde. ¡Que se quede sin palabras la otra persona...! (el equipo participa con entusiasmo, no podemos dudarlo)

- ¿Pero para qué? Si es que ya se ve. Es obvio.- afirma con asombro el buscador mental -. Bueno, enviarle un "¡Buah...!" que siempre se entiende y no queda mal.


Ahora, ¿Cómo es tu "¡Buah...!"?


sábado, 15 de enero de 2011

Marrón enfadado

Hoy... es viernes 14 de Enero.

Con un bolígrafo plateado por fuera, de tinta negra en su interior, aunque sea de esos que parecen azules, empiezo.

Hoy es un buen día para escribir. ¿Sobre qué? Cualquier cosa que se pueda leer. Algo que no sea aburrido. Algo que necesite de buena mañana. El café me sirve. En mi caso, solo, largo y en vaso de cristal. Así, me parece más bebible, puedo ver su color marrón enfadado, casi negro, y empuñar mejor el vaso para asegurar cada sorbo.

Café, que gustas a tantos, con tantas variedades, maneras de servir, infinitos gustos para tomarte, te quiero *.

(algunos minutos después...)

En fin, con alguna interrupción he perdido la concentración. Concentración focalizada en el café, y no para pensar una campaña publicitaria de alguna marca conocida - de café- , claro, sino para escribir algo. Algo que no sea aburrido. Algo que sea como el café. La música me sirve. Una canción por la mañana, bien escogida, te puede animar, despertar y como el café sentar. Pero escribir sobre la música sin música no me parece bien y, a veces, lo que suena en la radio no es música, es ...algo. Algo parecido a lo que estoy escribiendo ahora.

Recomendar es oportuno cuando sabes que lo recomendado es mejor. Os voy a recomendar dos blogs por si queréis cambiar, como en la radio cambias de emisora: galletademantequilla.blogspot.com y cineimperfecto.blogspot.com. En el contexto adecuado, os recomendaré un tercero.

(después de leer lo escrito...)

Escribir sobre algo, joder...Pero no sobre esta mierda - salvando el café, el te quiero * y las recomendaciones -. Aunque con los pocos seguidores y lectores que tengo...

Ahora podéis pensar: "pero hay que escribir para uno mismo"

y yo os digo: "la mierda propia siempre huele bien para uno mismo"

(en resumen....)

Empiezo por el café y desemboco en la mierda. Al menos, se parecen en el color, ese marrón enfadado, o, más bien, decepcionado, como puede que estés ahora leyendo esto, pensando:

"Esto es una mierda, voy a tomar un café"

En mi caso, solo, largo y en vaso de cristal.