martes, 27 de noviembre de 2012

Sol en un día de lluvia.


Hoy es un día para mirar por la ventana. Para reflexionar, para ver las gotas resbalando por el cristal, cayendo una tras otra en una cuenta atrás sin cable rojo que cortar - irremediable - como la vida.

¿Y qué somos sino gotas que se unen, se separan, que pertenecen a un todo. Que pueden formar algo más grande, que dejan huella,  pero que al final caen solas. Y caen...Y desaparecen.

No chirrían al resbalar por el cristal, no suenan como un violín. No se las oye más allá de su presencia.  Caen en grupo pero solas; de una en una.

Y luego más. Una rutina que no da lugar a dejar cualquier rastro, huella, que permanezca atemporal - que viva en el recuerdo, joder - porque detrás vienen más. Vienen todas.

Y caen... y desaparecen. Pasan a otro lugar, a otro estado, a otro todo.

¡Rectifiquemos!

Hoy es un día para salir a la calle. Para moverse. Para caminar y adelantar. Para ser el primero. Para reflexionar a dónde queremos llegar sin importar  de dónde venimos.

Hoy es un día para escuchar música, para pintar, para preguntar - ¡seamos curiosos! - para opinar y para creer como creíamos cuando teníamos 4 años y éramos superhéroes.

Tuve un profesor en la escuela - un grandísimo educador - que cada día al entrar en clase, con la misma fuerza e ilusión, nos decía: " ¿Sabéis un cosa? ¡Hoy es el mejor día!"

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