miércoles, 9 de febrero de 2011

Es la expresión de la continuidad. Todo aquello que podríamos decir y, sin más dilación, amputamos con una afilada abreviatura.

Es la comodidad de no alargar lo que ya ha quedado, aparentemente, más que entendido, y la sentencia escrita de nuestro juicio, que da por válido lo que le precede.

A veces, llega un momento en que hay que sacarle partido - coloquialmente dicho -. Demostrar, sútilmente, todo su mérito, el cual solemos recortar; abreviar.

Siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Él, es un atajo. La vía rápida, a veces acertada y, otras tantas, cómodamente atravesada sin mirar ni atrás ni a derecha ni a izquierda, sin, tan siquiera, percatarse de si la frondosidad del atajo cubre o no el cielo y sin tener, ni mucho menos, la más ligera idea de a donde lleva.

Le sirve en bandeja al entendido el capricho de continuar, musitando para sí mismo, con el objetivo de aclarar, una vez más, aquello que escucha o lee, y deja expectante al ignorante o, simplemente, al que no conoce, en profundidad, el tema que se está tratando. Tampoco es justo meter en el mismo saco - coloquialmente dicho - los que escuchan para aprender y a los que escuchan porque no tienen nada que decir.

Fonéticamente, su nombre suena, -por cercanía- al euskera. Etimológicamente y por la lejanía de la historia, su nombre proviene del latín: et (y) cetera, que se deriva de ceterum ( lo demás).

No quiero irme por los cerros de Úbeda - coloquialmente dicho y bien mencionado en http://cineimperfecto.blogspot.com/ -, pero, fruto de la falta de concentración motivada por las rápidas, pero constantes interrupciones que me absorben todo el agua de ese vaso liso, redondo y bajo al que ahora cito como mi inspiración, me estoy acercando. Por describirlo de alguna manera, las distracciones me están sepultando, sentado en la silla de siempre, como si estuviera encajado en el encofrado, justo en la trayectoria precisa de la cascada de hormigón armado que rápidamente se petrifica al resbalar por mi piel.

Alguien, acaba de contarme, hace tan poco tiempo que todavía tengo el tono de su voz salpicando en mi oído como si fuera, imaginaros, una fila india de niños guardando turno para dejarse caer por el típico tobogán de parque acuático caracterizado por su inclinación para favorecer el deslizamiento y esas curvas que te llevan de un lado al otro, hasta caer en la piscina donde, los que no quieren repetir, pasan el tiempo salpicándose estúpidamente mientras que el tobogán va escupiendo niños. Uno a uno. A veces, dos. En fin, me lo acaba de contar. Ahora. Por cierto, ya puedo ver los cerros de Úbeda.

- ¿Sabías que los croissants son de Viena?

- ¿Ah... sí? (me da absolutamente igual pero no me espera nadie. Puede ser interesante...)

- Sí. Y, aquí, decimos que son unos cuernos pero, en realidad, los hicieron para celebrar la victoria contra los turcos y su forma se debe a la media luna turca.

- Ah...qué puñeteros los de Viena.

La conversación ha terminado enterándome del, no sé si nuevo o no, documental de Michael Moore sobre bollería.

Ahora, ya no sé cómo terminar esto. Podría pediros disculpas por la posible indiferencia que os está provocando esta lectura - a mí me produce una mordaz sonrisa -, podría dar un vuelco argumental totalmente inesperado - si existe ese tal argumento -. Puede que lo más sensato fuera - o fuese, para los que prefieren esta forma - cerrar esta mierda con una cita que le dé aroma de calidad - au de qualité -, pero, con absoluto convencimiento, encontraréis una cita apropiada en el contexto adecuado - http://enelcontextoadecuado.blogspot.com/ -, pues, ahí, es el lugar donde quieren reposar las palabras. Ordenadas, estudiadas, combinadas, lanzadas - algunas - espontáneamente, etcétera. Para ser leídas, asentidas, imaginadas, releídas, saboreadas, etcétera. Con au de qualité.

Aunque, también, podría zanjar esto con el título del blog, que dice: hoy es un buen día para escribir; no un día para escribir bien. Sería algo asi:

"hoy, es un buen día para escribir. ¿También lo es para leer?"

Sin embargo, es más lógica y me convence más, la idea de terminar este post con su propio título, pues no lo he titulado al inicio:

Etcétera.

2 comentarios:

  1. Joder, qué buen diálogo sobre los croissants (es genial saber por fin cómo se escribe) de Viena. Sobretodo la declamación final: qué puñeteros los de Viena.

    La Voz,

    Tu 'etcétera' es más académico que el de Mireia, que opta por el lirismo, por la Rosalía de Castro que ellas llevan dentro. Ambos textos me han gustado. Pero debo decir que con uno me he reído, lo que en el pensamiento del medievo significa que uno de ambos textos me ha acercado al demonio, padre de la risa. Reirse al leer es complicado, pero lo has conseguido con la conversación que escribes en verde. Enhorabuena, socio.

    Un abrazo,

    A.

    ResponderEliminar
  2. Gracias A!

    Dentro de la sala de al fondo a la derecha de mi blog lleno de - por llamarlo de alguna manera ya que sólo me gusta a mí, con seguridad -, excremento literario, aprecio tu sentido del humor, que es al ambipur de esta sala.

    La Voz.

    ResponderEliminar